Aun despierto recordando su repugnante aliento, sus asquerosas palabras... gritando por una ayuda que nunca llegó.
Bajo el miedo que inspiraban sus petrificantes ojos, trataba de alejar sus mentiras y manipulaciones, tratando de conservar lo poco que quedaba de mí en su maligna mirada. Porque aún mantengo sus cicatrices en mi odio, mi piel, mi adolorido cuerpo... Y su falso rencor a la humanidad se llevó mi alma al infierno y depuraron el corazón, ese corazón de maldad de la que fue victima mi inocencia.