Portada del libro. Foto:books.google |
En primera instancia se refiere al público como un
espacio de discurso organizado por el mismo, en el que advierte que como tal, solo
existe en virtud de ser destinatario y que posee algún fundamento en la
sociedad.
De esa manera, el público es un
espacio social creado por varias “herramientas” como la circulación del discurso que
se hace real a través de una postura
activa que él cataloga como
atención. Por eso, en su
argumentación, explica lo que
son los contrapúblicos, como un
segmento subalterno que se identifica como alternativo ante un público dominante.
Algunas de las características expuestas
por Warner del público, es que es
“un ente organizado por sí mismo”, pues ante
un hecho se convierte en destinatario. Además hace énfasis en la parcialidad, porque hay un
número infinito de públicos dentro de
la totalidad social.
Warner explica cuál es la función de ese público ante la
esfera pública, lo cual se
logra a partir de un discurso en el que se irradia poder y peculiaridad. Así como la confianza
que debe generar como contraste a la simple pertenencia de un público y ser capaz
de saber algo acerca del público al que se pertenece.
Es una forma de lograr persuasión por medio de
herramientas externas de identificar al público que puede ser cambiante, pero se
diferencia de una multitud porque entra a jugar la personalidad, lo que difiere
de naciones, razas o profesiones; aunque sí se puede cuantificar por interés común, similar a la
demanda del mercado que establece la base social del discurso proyectada en los
mismos.
Warner cita a Pierre Bourdieu, en el que
caracteriza al público como un
hecho social independiente de expresión descriptiva y contrasta con Habermas,
el cual indica que se trata de distorsión sistemática de la esfera pública, lo que
origina una supuesta opinión pública que solo acerca a la reflexión imaginaria.
También toma al público como una
relación entre
desconocidos, porque es una orientación natural hacia otras personas que se
organizan de manera autónoma.
Él toma como ejemplo la interpelación de Louis
Althusser, donde la impersonalidad se pierde y se toma una identificación imaginaria para
ubicarla en una práctica subjetiva de
comprensión, es decir,
llamar a alguien en espera de recibir respuesta dentro de una sociedad como: el
ejemplo del Policía que da el autor,
o los chismes en revistas de farándula.
Virgina Jackson expone que se usa la
expresión lírica para
identificar un hecho hablado o una lectura, añade: “Como un poema donde el escritor
escribe ‘yo’ que equivale a ‘tú’ para referirse a su lector en su
individualidad”.
Incluso dentro de esa relación entre desconocidos
pone como ejemplo, el discurso en la religión como una forma de unir y acercar al público de manera
organizada. A partir de éste, se difiere
tanto de lírica como de
elocuencia y hace de su receptor, su circulación. Warner específica en el desempeño del revivalismo como un lenguaje para la
predicación oral.
También se constituye mediante la atención y solo durante
el momento en que ésta es dirigida al
discurso, pues el público es una
entidad virtual. Considera la atención como la categoría más importante por
la cual se discrimina a miembros y no miembros dependiendo de su captación activa.
De igual manera, el destinatario de un
discurso político, como explica
el autor, es personal e impersonal porque el fin es que se interprete como
destinado a sí mismo y a todos
los demás al mismo tiempo.
El discurso público es contemporáneo y es orientado
al futuro con propósito de estar en
circulación, por eso siempre
está vigente. Es una
forma lingüística de la que se
derivan las condiciones sociales.
Contrapúblicos. Foto: pixabay/diwou |
Se entiende como la formación paralela de carácter subordinado,
con discursos de oposición. El autor habla
de un sentimiento de pertenencia activa que compensa la verdadera indefensión de los humanos
en la sociedad.
Nancy Fraser explica que el público se entiende
como “un único público” que
delibera a cerca de sus necesidades y estrategias. Allí se formulan
interpretaciones oposicionales de sus identidades e intereses.
Warner habla de contrapúblicos subalternos
como las feministas o la comunidad gay para ejemplificar la teoría expuesta. Además argumenta basado
en un horizonte cultural contra el cual se identifica que sería el “dominante”,
lo que lleva a un conflicto de ideas o cuestiones que constituyen al público.