Públicos y contrapúblicos de Michael Warner

Portada del libro. Foto:books.google
El autor Michael Warner presenta los significados de ambos temas que dan inicio a la lectura con diversas ramas que categorizan tanto al público como al contrapúblico de manera que el lector se convierta en uno de ellos.

En primera instancia se refiere al público como un espacio de discurso organizado por el mismo, en el que advierte que como tal, solo existe en virtud de ser destinatario y que posee algún fundamento en la sociedad.

De esa manera, el público es un espacio social creado por varias “herramientas” como la circulación del discurso que se hace real a través de una postura activa que él cataloga como atención. Por eso, en su argumentación, explica lo que son los contrapúblicos, como un segmento subalterno que se identifica como alternativo ante un público dominante.

Algunas de las características expuestas por Warner del público, es que es “un ente organizado por sí mismo”, pues ante un hecho se convierte en destinatario.  Además hace énfasis en la parcialidad, porque hay un número infinito de públicos dentro de la totalidad social.

Warner explica cuál es la función de ese público ante la esfera pública, lo cual se logra a partir de un discurso en el que se irradia poder y peculiaridad. Así como la confianza que debe generar como contraste a la simple pertenencia de un público y ser capaz de saber algo acerca del público al que se pertenece.

Es una forma de lograr persuasión por medio de herramientas externas de identificar al público que puede ser cambiante, pero se diferencia de una multitud porque entra a jugar la personalidad, lo que difiere de naciones, razas o profesiones; aunque sí se puede cuantificar por interés común, similar a la demanda del mercado que establece la base social del discurso proyectada en los mismos.

Warner cita a Pierre Bourdieu, en el que caracteriza al público como un hecho social independiente de expresión descriptiva y contrasta con Habermas, el cual indica que se trata de distorsión sistemática de la esfera pública, lo que origina una supuesta opinión pública que solo acerca a la reflexión imaginaria.

También toma al público como una relación entre desconocidos, porque es una orientación natural hacia otras personas que se organizan de manera autónoma.

Él toma como ejemplo la interpelación de Louis Althusser, donde la impersonalidad se pierde y se toma una identificación imaginaria para ubicarla en una práctica subjetiva de comprensión, es decir, llamar a alguien en espera de recibir respuesta dentro de una sociedad como: el ejemplo del Policía que da el autor, o los chismes en revistas de farándula.

Virgina Jackson expone que se usa la expresión lírica para identificar un hecho hablado o una lectura, añade: “Como un poema donde el escritor escribe ‘yo’ que equivale a ‘tú’ para referirse a su lector en su individualidad”.

Incluso dentro de esa relación entre desconocidos pone como ejemplo, el discurso en la religión como una forma de unir y acercar al público de manera organizada. A partir de éste, se difiere tanto de lírica como de elocuencia y hace de su receptor, su circulación. Warner específica en el desempeño del revivalismo como un lenguaje para la predicación oral.

También se constituye mediante la atención y solo durante el momento en que ésta es dirigida al discurso, pues el público es una entidad virtual. Considera la atención como la categoría más importante por la cual se discrimina a miembros y no miembros dependiendo de su captación activa.

De igual manera, el destinatario de un discurso político, como explica el autor, es personal e impersonal porque el fin es que se interprete como destinado a sí mismo y a todos los demás al mismo tiempo.

El discurso público es contemporáneo y es orientado al futuro con propósito de estar en circulación, por eso siempre está vigente. Es una forma lingüística de la que se derivan las condiciones sociales.


Contrapúblicos. Foto: pixabay/diwou
Por otra parte, están los contrapúblicos que poseen características de los públicos dominantes, como el receptor dominante, la circularidad y reflexividad. Es un reflejo de modalidades institucionales del público normativo, pero busca dirigirse hacia otros temas.

Se entiende como la formación paralela de carácter subordinado, con discursos de oposición. El autor habla de un sentimiento de pertenencia activa que compensa la verdadera indefensión de los humanos en la sociedad.

Nancy Fraser explica que el público se entiende como “un único público” que delibera a cerca de sus necesidades y estrategias. Allí se formulan interpretaciones oposicionales de sus identidades e intereses.

Warner habla de contrapúblicos subalternos como las feministas o la comunidad gay para ejemplificar la teoría expuesta. Además argumenta basado en un horizonte cultural contra el cual se identifica que sería el “dominante”, lo que lleva a un conflicto de ideas o cuestiones que constituyen al público.